Es muy común en la infancia que se presenten estos llamados comúnmente “malos sueños” pero hay mucho adultos que en su sueño tienen la presencia de ésta alteración en su sueño normal y que alteran su normal dormir; estoy hablando específicamente de las pesadillas y terrores nocturnos.
En el despertar luego de haber tenido una pesadilla, la persona ya sea niño o adulto se siente angustiado generalmente, acompañado esto de sudoración, palpitaciones, éste despertar ha sido brusco y sobre todo los niños refieren el temor que sienten ante los elementos que recuerdan del sueño, como así también la dificultad para conciliar el sueño nuevamente.
En el proceso del sueño se produce una modificación tanto en el contenido, como así también en las imágenes que forman los elementos que aparecen en el sueño. Se sabe que éste contenido tiene que ver con hechos ocurridos durante el día o también con preocupaciones que hay en la vida cotidiana o problemas por los que atravesamos. Cuando ese soñar, ese manifiesto en forma velada que aparece en el sueño, no tiene modo de mostrarse en forma disfrazada, cambiada, pero que tiene relación con nosotros mismos, y no pueden modificar (disfrazados) algunos aspectos pues lo que nos ocurre es demasiado emotivo, o tiene una carga particularmente traumática para nosotros, y por eso precisamente es que no es posible para nuestra psiquis encontrar elementos para éste cambio, este disfraz, es ahí cuando se producen las “pesadillas”.
Dentro de éstos sueños llamados comúnmente “malos” “feos” o científicamente llamados “parasomnias” están el sonambulismo (caminar dormido), los previamente nombrados terrores nocturnos, la somniloquia (hablar de noche dormido), el bruxismo (rechinar involuntario de los dientes) y también se considera a la enuresis nocturna (orinarse mientras se está dormido) y las pesadillas.
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Lic.Cristina Heinzmann
Psicóloga-Terapeuta
Centro Psicológico Compartir
Psicoterapia en Línea
www.centrocompartir.org
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