Ésta dificultad de tener un sueño continuo y reparador puede darse en forma independiente de cualquier otro problema de salud físico o psicológico o emocional, y en éste caso es insomnio primario o deberse a algún problema concreto de salud, a dificultades en el orden de la emoción, a problemas o dificultades de la vida en ese momento puntual de la existencia, a preocupaciones, estrés, etc. y entonces este insomnio es llamado secundario.
Se le dar el nombre de insomnio aprendido o psicofisiológico al que se produce y como consecuencia de que la persona ha incorporado ya que la posibilidad de no dormir es posible.
Es decir que la persona se siente con suficiente cansancio y sueño como para tener un reparador descanso, pero es tal el estrés y el temor que siente de que vuelva a dificultarse su sueño, que esa ansia, éste temor, esa ansiedad, ese estrés a la hora de conciliar el sueño y de permanecer en él le juega una mala pasada, porque influye negativamente en que se duerma.
Puede ocurrir que no pueda conciliar el sueño de inmediato, o que producto de su cansancio sí se duerma, pero luego se despierta al poco tiempo, y es a partir de ahí que no puede conciliar el sueño, o lo hace en etapas, o se duerme y mucho antes de la hora de despertar, pierde la posibilidad de seguir durmiendo y no puede volver a dormir.
Éste insomnio aprendido con sólo alguna o algunas noches que se haya producido la dificultad para dormir, ya puede preparar negativamente a la persona, y la sola inmediatez del horario de dormir, o de las actividades previas al dormir ya dispara el consecuente estrés que es la antesala de la noche de insomnio.
A veces los motivos para esas noches de vigilia están relacionados con que la persona ingiere abundantes bebidas estimulantes como cafés, o bebidas alcohólicas, también algunos medicamentos influyen. Suele ser también significativo el no tener una rutina para el descanso, por ejemplo personas que se acostumbran por razones laborales a cambiar el horario de trabajo, esto influye en el nivel de cansancio, y en el nivel de lucidez, con una incidencia directa en la posibilidad o no de dormirse de un nodo natural y las horas esperadas para el buen descanso.
También suele incidir el no tener una actividad dinámica, sino sedentaria. El trabajo intelectual, sin la consiguiente descarga de energía física influye a la hora de dormir también pues la persona se siente con una gran cantidad de energía física sin gastar.
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