Quien sufre de éste trastorno, también sufre de la imposibilidad por sí de impedirse el realizar un incendio, o fuego.
Se dice por ello que el pirómano o la pirómana sufren de un trastorno que se llama de “CONTROL DE LOS IMPULSOS”.
Esto es así porque antecede al incendio como hecho consumado la fuerte e imperiosa necesidad, tención, fuerza interior que le lleva “irremediablemente” a producir ese fuego, este incendio.
No necesariamente debe sentir el deseo de dañar, como en otros casos en que el odio, o la necesidad de destruir a quien se toma o se considera como “enemigo” le conduce a hacer fuego y a incendiar las propiedades o bienes de éste otro a quien con odio, ira o resentimiento se quiere dañar.
Quien sufre de PIROMANÌA es con la “fascinación” por el fuego con lo que se relaciona su actuación, su acción.
Es un trastorno psicológico, por cierto es psicopatológico ya que la persona tiene un malestar psíquico, no lo puede controlar, y sin tratamiento psicoterapéutico adecuado tampoco va a dejar de realizar o actuar.
No todos los incendios intencionales son producidos por pirómanos, sí muchos de ellos. A veces éstos tales como el incendio de bosques por ejemplo, si bien sorprende a muchos cuando la investigación llega a demostrar que es alguien que sufre de piromanía quien realizó el acto; suelen ser éstos incendios en muchas ocasiones divertimentos de jóvenes, o de adultos que si bien es cierto tampoco pueden ser librados del diagnóstico de padecer al menos un trastorno de conducta o psicopático, no son necesariamente pirómanos.
Quien sufre de piromanía, al igual que el ludópata, o el cleptómano son personas que tienen un trastorno psíquico, que éste no puede ser reprimido, y esa intensa tensión que el trastorno les lleva a sentir, sólo puede ser “superada” cuando realiza aquello que su tensión: intensión fuerte e interna le manda.
Para leer más de este artículo haz clic aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario