En principio, vale recordar que un bebé que nace desvalido y sin familia no puede sobrevivir. Es decir que esa familia insustituible debe ser considerada como la gran formadora de personas. Habiendo aclarado esto, diremos que la familia abandónica es aquella en la cual los niños y jóvenes del grupo familiar quedan abandonados. Esto puede deberse a varias razones: crisis de valores, la aspiración a ganar más dinero antes que nada, la delegación de la atención de los niños, tomar otras sociedades como grupos de referencia, etc.
Pérez Álvarez S. (1981) propone dos tipos de familia abandónica:
- Aquella en la cual el abandono es total: Como abandono total entendemos aquel por el cual la patria potestad fue delegada. En estos casos el abandono puede no ser tan traumático para los niños, dado que queda la posibilidad de que otra familia se haga cargo del menor adoptándolo.
- Aquella en la cual el abandono es parcial: En este tipo de abandono los padres conservan la patria potestad pero no la ejercen. Este caso de abandono es peor que el anterior. Se deja a los hijos al libre albedrío, a la propia discriminación de lo bueno y lo malo, sin dar posibilidad de que otra familia pueda hacerse cargo de ellos.
Winnicott (1991) decía considerar útil dividir el universo de personas en dos clases. Aclaraba que estaban aquellas que nunca fueron “abandonadas” cuando eran bebés y que, en ese sentido, tenían buenas probabilidades de disfrutar de la vida y del vivir. Decía que existían también aquellas otras personas que habían tenido una experiencia traumática del tipo que resulta del abandono ambiental y que, por ello, debían cargar durante toda la vida con el recuerdo (o el material para el recuerdo) del estado en que se encontraban en los momentos del desastre. Para el autor mencionado, estos últimos probablemente se enfrentarían con tensiones, ansiedad y quizá también con la enfermedad.
También podemos tomar en cuenta que, quien fuera víctima de niño del abandono familiar, puede llegar a padecer de adulto lo que Guex G. (1980) denominó “Síndrome de abandono”. Éste es un estado crónico que acarrea un sujeto desde su infancia, justamente como consecuencia de haber padecido alguna forma de abandono en dicha etapa. No se trata de la aparición brusca de síntomas; pero puede ocurrir que el estado crónico se vuelva aun más intolerable debido a que alguna circunstancia actual, como podría ser un nuevo desengaño, reactive la angustia inicial. Dice Guex que estos pacientes, en su encuentro con el analista, son mucho más demandantes que otros neuróticos. Los síntomas principales de este cuadro son: angustia, agresividad y la no valorización de sí mismo.
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Lic. Daniel Alejandro Fernandez
Licenciado en Psicología
Colaborador de Centro Psicológico Compartir
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