Cuando me propusieron que hiciera este escrito, me hizo mucha ilusión. Pero al mismo tiempo me cogieron todos los males. Empecé a pensar que no seria capaz, que no se entendería, que sería técnico y aburrido...Me angustié.
Entonces empecé a coger libros, a pedir documentación a colegas, a buscar información. Era una manera de defenderme de la angustia. No soy yo quién habla, sino la ciencia. No hablo de mis conocimientos, sino que me escondo tras lo seguro para no fallar. Vuelvo a defenderme de la angustia. Este proceso esquemático es el que pasamos cuando hemos de visitar un paciente, o cuando hemos de hacer algo nuevo.
Por esto cuando tenemos un paciente delante, y especialmente un poco antes del primer encuentro, sentimos angustia. De todas formas no es posible eliminar del todo la ansiedad que despierta en nosotros el trabajo con los pacientes. No es posible eliminar del todo el inquietarnos o angustiarnos alguna vez por nuestros pacientes o por nosotros, por nuestros errores o por lo que no sabemos.
En relación a los pacientes tenemos esperanzas y sentimos miedos:
Esperanzas del clínico:
1.-Ser útil
Igual que el clínico quiere ser útil para los pacientes, yo quería ser útil para los que me pidieron el escrito y para los que lo puedan leer. Podía ser útil, o tremendamente aburrida. Cuando esperamos demostrar que somos útiles, antes o después sentimos ansiedad de no poder satisfacer esta expectativa. La necesidad de asegurar esta utilidad se encuentra en la base de algunas intervenciones intrusivas que realizamos con los pacientes. Ser útil al paciente no significa hacer cosas. Pero yo había hecho muchas. Por suerte fue antes de empezar y me pude frenar.
Hay pacientes que se quejan mucho y nos inducen a actuar. Y nos ponemos en marcha antes de escucharlos y antes de saber qué nos están pidiendo y qué hemos de hacer. Si es que hemos de hacer algo. Llamamos no hacer nada a escuchar, a entender, a contener... y no tenemos en cuenta que esto ayuda mucho. Una cosa que he aprendido en mi trabajo con adolescentes graves, es que en una situación de crisis lo primero que hay que hacer es no hacer nada. Así nos damos tiempo para pensar qué está pasando y después decidir qué hay que hacer.
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Àngels Córcoles . Médico - Psicoterapeuta
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